lunes, 9 de julio de 2012

Guitarra eterna


A Alfredo Zitarrosa

Hay cuatro guitarras viudas que van llorando en la luna,
negros cuerpos de madera con sus venas tan abiertas
que las notas ya están mudas y las cuerdas duelen todas.
Cuando te fuiste un enero y no nos dijiste nada
nos quedamos esperando tu presencia que nos falta.
Corazón abierto al mundo en puñales de dolores,
como nos duele la muerte, la que nos dejaste ahora,
porque la sangre nos duele en su trote por las venas,
y tus canciones nuestras van musicando en el aire,
un hasta siempre! tus palabras imborrables,
melodía de compañero en nuestras almas que arden.
Hay cuarenta cigarrillos que se consumieron solos
y en tus hojas de cuaderno la impaciencia de tan blancas.
Las milongas y chamarritas, los gatos y vidalitas,
canciones, contracanciones, y diez décimas que sangran,
se quedaron con nostalgia y en soledad lloran todas.
Hay un violín sin edades que en su lágrima de nota,
tiembla cuerpito pequeño empapado llora y llora.
Porque en el aeropuerto éste las valijas no se aprontan,
y nos dejaste exiliados con honda pena que ahoga.
Pero sabías el camino que recorreríamos todos,
de tu mano compañera marchamos todos nosotros.
Van en vuelo los zorzales, los mirlos y los jilgueros,
todos los pajarillos con su trino lastimero
que están buscando su eco en tus labios sin sonido.
Es tu lugar están las flores en el jardín que sembraste,
tu bocanada de aire, el espacio que pisaste!
En éste Uruguay que hiciste tuyo con amores o con penas,
y nos retiramos todos para que vayas ahora,
al cielo de los poetas, que se hace larga la espera.
¡Con acordes de guitarra y en eterna primavera!


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