sábado, 9 de febrero de 2013

Amado Eros

 
Oye Eros, ¿por qué estás tan malo conmigo?
digo, ¿por qué ésta niebla en medio de la tarde?
¿no soy acaso la mujer querida?
¿no soy cierta añoración en tu universo?
sólo se arrastra un pie sediento de otro paso.

Oye Eros, ¿en que te he ofendido?
digo, ¿no soy nombre dentro de tu nombre?
¿ni acaso un temblor de alma en tu espalda blanca?
 ¿no soy una parte en tu pupila abierta
al sol de los hombres.?

Oye Eros, ¿por qué te bebes el aire de mi boca,
en la sangre que corona mis labios de los besos?
Te pregunto porque no entiendo,
 no entiendo amado Eros,
que me dejes ésta masa quieta como paloma sin vuelo,
quieta con alas plegadas como un dolor callado.

Oye Eros, ¿puedes siquiera responder una sola pregunta
en este amasijo de palabras dobladas?
¿acaso puedes más tarde pronunciarte?
amado Eros, ¿en que te he ofendido?

Para dejarme acompañada de tanta soledad